Noche Peculiar
Un relato escrito por Dave Dagon.
5/8/20243 min read


Es entrada la medianoche, el frío invernal se cuela por debajo de la puerta. La casa se encuentra casi a oscuras, salvo por la vela casi consumida en la cocina, la cual irradia una trémula lumbre que ilumina el lívido rostro del hombre de mediana edad.
Fuera de la casa centenares de aves la sobrevuelan, graznan continuamente, sin aparente razón. Él, extrañado y confuso, vuelve sus ojos a la ventana próxima. Allí puede observar las parvadas de aves que dan vueltas en círculos sobre la casa, como si un fuerte magnetismo las tuviera posesas, y ellas, no tuviesen más remedio que obedecer esa orden.
El cielo encapotado anuncia una tormenta espantosa, con la posibilidad de que sea un torrencial casi diluviano; jamás en sus cuarenta primaveras ha visto nubes tan negras y densas. Siente un poco de terror, pero no lo reconocerá ante nadie; porque allí no existe nada. Solo él y las aves; solo él y la tormenta.
De pronto, las parvadas se lanza en picado sobre la casa; escucha como chocan contra las tejas, la explosión de las ventanas de la planta superior. Repentinamente su hogar es invadido por las aves; aleteos enfermizos y graznidos infernales llenan aquel lugar; una extraña certeza lo envuelve por completo, presiente que no se trata verdaderamente de ningún animal, si no más bien, de algo mucho peor. Presencias que nunca creyó que pudieran existir; mitos antigüos narrados por sus ancestros cientos de años atrás, cuando la noche gobernaba todos los pueblos.
La vela sigue ardiendo pero sin tanta intensidad, solo es cuestión de segundos para que la oscuridad lo engulla todo. Carcajadas siniestras resuenan con fuerza haciendo temblar las paredes de la casa; su corazón galopa con rapidez, ni siquiera es necesario usar un estetoscopio, el sonido es alto y claro. Su mente órdena que abandone ese lugar, que corra hacia la noche, mas sus piernas no lo hacen. Siente que le pesan una tonelada, como si él estuviera soldado al suelo. Intenta en vano avanzar un paso. Es inútil.
La negrura lo envuelve casi en su totalidad, la mitad de su cuerpo aún es bañado por la lumbre de la vela, y con sorpresa cae en la realidad. Toma la vela a punto de consumirse, con su luz danzando mortesinamente iluminando sus piernas; un mar de brazos cadavéricos lo apresan, extremidades deformes, con formas variopintas y espeluznantes lo retienen.
En el momento en que su boca se abre para gritar de horror, un cuervo negro se abalanza sobre él y arranca su lengua de un tirón; la sangre comienza a manar de su boca como el más dulce los vinos. La vela por fin se consume y la oscuridad devora el último bastión de la luz..., las que acechan en la oscuridad dan rienda suelta a su festín. Extienden la agonía del hombre de mediana edad, llenándose de placer con su sufrimiento; un éxtasis malsano las domina cuando le arrancan sus piernas y brazos y él intenta gritar, pero sin lengua, solo es una palabra inarticulada. Una mera vibración de sus cuerdas vocales, las cuales nunca volverán a formar sonido alguno.
Todas beben con lujuria la sangre derramada y explotan de placer, rejuvenecen . Se encuentran sumamente satisfechas luego de la carnicería, completamente extasiadas, que no caen en la cuenta de la peculiar melodía.Lentamente va en aumento, sacándolas de ese trance, pero ya es muy tarde, "Magnificat" resuena en toda la casa. Estupefactas gritan con terror y buscan taparse las orejas, pero es inútil, la oración ya es ensordecedora, y no hay lugar al que huir. Sus cuerpos son plagados de horrendas protuberancias que explotan en sangre y pus, convulsionan una tras otra, impregnando aquella casa con el fétido perfume de lo corrupto y profano.
A lo lejos se puede ver una figura alta, desgarbada, danzando sin ton ni son y que ríe sardónicamente, mientras que sus ojos de una tonalidad amarilla, parecen divertirse. Camina con presteza hacia la bruma, con pasos enérgicos, llega al final de la calle, dónde comienza el camposanto, vuelve su vista a la casa una vez más y se pierde entre lápidas y mausoleos.
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